Nace Caminos de la Merina, un proyecto abierto y colaborativo que conecta territorios, personas y empresas vinculadas a la oveja merina, su historia milenaria y su cultura pastoril. La iniciativa busca revalorizar la trashumancia como
eje vertebrador del territorio y motor de desarrollo turístico rural sostenible.
La red reúne a un centenar de socios entre los que se encuentran ganaderías que
conservan la tradición merina, queserías artesanas, empresas textiles, hoteles rurales,
restaurantes, bodegas, artesanos y productores locales. Juntos forman un ecosistema que
ofrece experiencias únicas al viajero, combinando autenticidad, sostenibilidad e innovación.
El proyecto persigue reforzar la identidad rural mediante un relato común en torno a la oveja
merina, impulsar proyectos que unan tradición e innovación, crear nuevas oportunidades
económicas para los pueblos a través del turismo regenerativo y apoyar a los ganaderos,
artesanos y productores locales vinculados a la cultura pastoril.
Esta iniciativa está impulsada por la Asociación de Criadores de Ganado Merino, La
Nave Va, parque de escultura al aire libre de Cáceres, y la revista de viajes Descubrir. Su
ejecución cuenta con el respaldo del Plan de Recuperación, Transformación y
Resiliencia de España, enmarcado en el programa europeo NextGenerationEU, lo que
refuerza su capacidad para generar desarrollo rural sostenible y dinamizar territorios
afectados por la despoblación.
La oveja merina, motor histórico de España Durante siglos, la oveja merina fue considerada “el oro blanco” de la Península Ibérica.
Su lana, fina y codiciada en toda Europa, convirtió a Castilla en una potencia económica y llevó
a la Corona a establecer un férreo monopolio, gestionado por la poderosa Mesta desde
1273. Millones de ovejas recorrieron cada año las cañadas reales, una red de más de
125.000 kilómetros de rutas ganaderas protegidas por la ley, practicando la trashumancia
entre los pastos de invierno del sur y los de verano del norte. Este sistema no solo modeló
paisajes y economías rurales, sino que creó un patrimonio cultural único, hoy protegido por
la ley y reactivado gracias a proyectos como Caminos de la Merina, que recuperan estas
rutas como corredores ecológicos y destinos turísticos sostenibles.
Se inicia con Extremadura, Castilla y León, Castilla La Mancha, La Rioja y Andalucía
Caminos de la Merina se articula inicialmente en torno a cuatro grandes rutas de
trashumancia: la Cañada Real de la Plata, la Cañada Conquense, la Cañada Leonesa
Occidental y la Cañada Riojana. En esta primera fase, el proyecto pone el foco en la
Cañada Real de la Plata y especialmente en su tramo extremeño, donde se ha celebrado la
jornada oficial de presentación.
En concreto, la Cañada Real de la Plata atraviesa las provincias de León, Zamora,
Salamanca y Cáceres; la Cañada Real Conquense recorre Teruel, Cuenca, Ciudad Real,
Jaén y Murcia; la Cañada Real Leonesa Occidental cruza León, Valladolid, Ávila, Toledo,
Cáceres y Badajoz y, por su parte, la Cañada Real Riojana incluye La Rioja, Soria,
Guadalajara, Madrid, Toledo y Ciudad Real.
Para Álvaro Álvarez, presidente de la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Merino,
“la oveja merina es una de nuestras grandes joyas ganaderas. Produce hasta 7 kilos de
lana al año, frente a la media de 4,5 kilos del resto de razas, y su crianza está íntimamente
ligada a la trashumancia, una práctica que ha modelado nuestros paisajes durante siglos.
Proyectos como Caminos de la Merina nos permiten poner en valor este legado cultural y
económico, y demostrar que la ganadería extensiva es una aliada imprescindible de la
sostenibilidad y el desarrollo rural”.
Por su parte, Pepe Pisa, fundador de Caminos de la Merina y de la Nave Va, refuerza que
“la trashumancia es un hilo conductor que une paisajes, pueblos y personas. En la llamada
‘España vaciada’ hay infinitos atractivos turísticos esperando a ser descubiertos: patrimonio,
gastronomía, naturaleza, arte contemporáneo… Caminos de la Merina es una oportunidad
única para darles visibilidad, atraer viajeros de calidad y generar nuevas oportunidades para
nuestros pueblos”.
En la misma línea, Christian Rojo, director de la revista Descubrir, afirma que “dar a conocer
proyectos como Caminos de la Merina es fundamental para que las distintas regiones
implicadas puedan mostrarse al mundo como destinos singulares y sostenibles. La difusión
y la visibilidad son claves: cuando los viajeros entienden la historia, la cultura y la riqueza
que hay detrás de estos territorios, se convierten en embajadores del turismo rural
auténtico.”
Con esta iniciativa, se pretende que ayuntamientos, empresas turísticas, administraciones y
colectivos locales se sumen a una red que busca posicionar las rutas de la merina como
destino turístico de referencia, generando empleo, riqueza y arraigo en el territorio.